1. Maduración del fruto
Durante agosto y septiembre ocurre el llenado de la almendra, la cual se forma durante 6-7 semanas, según el genotipo y la región climática. Cuando está por finalizar la fase de llenado comienza la fase de madurez del fruto, que se distingue por la pigmentación negruzca de las suturas del ruezno (foto 1). A finales de septiembre, cuando se presiona con los dedos la punta de los gajos del ruezno y éstos se separan la cosecha puede iniciarse 15-20 días después (Arreola et al. 2002). Como es normal en la fenología, la madurez del fruto varía entre variedades, años y regiones, según se muestra en el cuadro 1.
En buena medida la madurez del fruto y la apertura del ruezno dependen de la temperatura, y las regiones nogaleras típicas requieren 2,980 unidades calor de brotación a inicio de madurez del fruto, según una temperatura base de 10ºC (Wolstenholme 1990). Pero también depende de la producción de la hormona de la maduración, llamada etileno. Esta sustancia se produce en el ruezno pero sobre todo en la almendra, y su síntesis adecuada requiere follaje sano y vigoroso que garantice almendras bien llenas y ricas en lípidos (foto 2), y de manera particular de una adecuada humedad en el suelo de mediados de septiembre a mediados de octubre (Lipe y Morgan 1973). Cuando hay estrés por sequía ambiental y/o edáfica la apertura del ruezno se retrasa, lo cual causa problemas de ruezno pegado y de nuez nacida, como se presenta en el cuadro 2 (Stein et al. 1989).
Lo anterior indica que el aporte de agua a las huertas durante septiembre y hasta la apertura del ruezno es una clave del manejo para tener nueces bien llenas y con menos defectos. Todavía permanece la idea de que el riego tardío “favorece” que la nuez se nazca, cuando la realidad es que reduce este problema de calidad.
En la región centro-sur de Chihuahua el año 2020 se presentó con un verano y otoño muy cálidos y secos. Esta condición ambiental causó un fuerte retraso en la apertura del ruezno, lo cual a su vez causó que la nuez nacida externa alcanzara niveles de 12 a 45%, a lo que habría que sumar la nuez nacida interna. Incluso se detectaron en los rueznos fungosis atípicas, no obstante las altas temperaturas y la baja humedad (foto 3). Dicho evento enseñó que no obstante el riego tardío la condición del clima tiene todo que ver con el desempeño fenológico de los nogales, y en este tema con la adecuada madurez del fruto.
2. Rendimiento y calidad
Una abundante cosecha de nueces con almendras bien llenas es el resultado de un manejo adecuado en cada fase fenológica del nogal y de un buen año climático. El potencial de rendimiento de la variedad Western en las regiones semiáridas del sur de Estados Unidos y norte de México, bajo condiciones de muy buen manejo y riego rodado, es de 2.3 t/ha/año (Kilby 1990, Sparks 1992). En distintas regiones nogaleras del estado de Chihuahua y en condiciones de manejo comercial el rendimiento promedio de los últimos años varía de 1.44 a 2.36 t/ha, con fertirriego por goteo enterrado llega a 2.65 t/ha. Los rendimientos muy altos son eventos aleatorios.
En el centro-sur de Chihuahua, en huertas con muy buen manejo, un excelente estado nutrimental y un rendimiento de 3.1 t/ha de buena nuez, el potencial de fructificación disminuye sustancialmente el siguiente año. Dicho efecto se debe a la disminución obligada de la reserva de carbohidratos el año de alta cosecha, condición documentada incluso en nogaleras de manejo muy tecnificado (Davis y Sparks 1974, McCraw et al. 2004). En nogales adultos la produción está determinada en gran medida por la región (acumulación de frío y de calor), el tipo de suelo, la poda, el riego, la nutrición y el control de áfidos, por lo que varía sustancialmente entre zonas y esquemas de manejo de las huertas. De acuerdo con los datos del cuadro 3, es evidente que mucho nitrógeno o mucha agua, un sistema de riego presurizado moderno, poda mecanizada o un clima adecuado, por si solos no significan altos rendimientos de nuez.
Específicamente, de la información del cuadro 3 se infiere que aportar más nitrógeno como práctica única no significa un incremento automático de la producción. Con un 50-60% más N la huerta B con riego por gravedad produjo un 10% menos que la huerta A. Con fertirrigación la nogalera C rindió sustancialmente más que la huerta D que recibió un 20-50% más N. La plantación F con fertirriego y un 34-45% menos N produce prácticamente lo mismo que la huerta G con fertirriego y poda mecanizada.
Se observa también que una cantidad apropiada de nitrógeno fraccionada en las fases fenológicas de mayor demanda por el nogal, mediante la fertirrigación, mejora notablemente la respuesta productiva de los árboles. La referencia B y C es la misma huerta pero con dos condiciones de manejo, y el cambio de fertilización en banda con tres aplicaciones y riego por gravedad a un esquema de fertirrigación (con un aumento de 10-20% de N) permitió una mejora del rendimiento de 75% (cuadro 3). Otro buen ejemplo es la huerta F con fertirriego, que con una dosis moderada de nitrógeno (160-200 kg/ha) y su aplicación fraccionada, exhibe una alta productividad.
El manejo adecuado del fertilizante es tan importante como la dosis. Debe tenerse en cuenta que el suficiente aprovechamiento del fertilizante nitrogenado sólo se logra cuando el contenido de humedad del suelo es el adecuado (Sparks 1991, Wood 2006). Al fertilizar en épocas de demanda por el nogal (brotación, crecimiento del brote, crecimiento del fruto y llenado de la almendra) y de manera fraccionada se disminuyen sustancialmente las pérdidas de N. De los ejemplos del cuadro 3, las nogaleras con los mayores rendimientos promedio (C, F y G) reciben su nitrógeno en las fases fenológicas señaladas y fraccionado en siete aplicaciones. En las huertas D y E el nitrógeno se fracciona, pero no se aplica de manera estricta según la fenología del nogal y sobre todo no se aporta en agosto. La enorme dosis de nitrógeno de la huerta H disminuyó el rendimiento y tal exceso de fertilizante tiene un impacto económico y ambiental muy negativo.
En cuanto a calidad se refiere, el contenido de almendra en primer lugar y su color en segundo término son las principales variables evaluadas comercialmente (Sparks 1992). El porcentaje de almendra está influenciado por varios factores y una nuez bien llenada es el resultado de un buen manejo del árbol. De acuerdo con la región, la edad y la condición vegetativa de los nogales, los valores de referencia para evaluar la calidad de una cosecha son de 54 a 60% de porcentaje de almendra en la variedad Western y de 57 a 63% en la variedad Wichita. En cuanto a tamaño los valores de referencia son 6.5 g para la nuez Western y 8.1 g para la Wichita (Brison 1976, Herrera 1982).
3. Literatura citada
Arreola A., J.G.; A. Lagarda M. y M.C. Medina M. 2002. Fenología. En: Tecnología de producción en nogal pecanero. Libro técnico No. 3. México. CELALA-INIFAP. P.55-75.
Brison, F.R. 1976. Cultivo del nogal pecanero. Conafrut. México. 350 p.
Davis, J.T. and D. Sparks. 1974. Assimilation and translocation patterns of carbon-14 in the shoot of fruiting pecan trees. J. Amer. Soc. Hort. Sci. 99(5):468-480.
Herrera, E. 1982. Growing pecan in New Mexico. Circular 461. CES-New Mexico State University.
Kilby, M. 1990. Pecan fertilization. In: Second pecan orchard management shortcourse. CES-New Mexico State University.
McCraw, D.; M.W. Smith and W. Reid. 2004. Pecan crop load management. F-6251. OCES-Oklahoma State University. 4 p.
Sparks, D. 1991. Cultural practices. In: B.W. Wood and J.A. Payne (eds.). Pecan husbandry: Challenges and opportunities. First Nat. Pecan Work. Proc. ARS-USDA. P.22-33.
Sparks, D. 1992. Pecan cultivars. The orchard’s foundation. Pecan Production Innovations. 443 p.
Stein, L.A.; G.R. McEachern and J.B. Storey. 1989. Summer and fall moisture stress and irrigation scheduling influence pecan growth and production. HortScience 24(4):607-611.
Tarango R., S.H. 2012. Manejo del nogal pecanero con base en su fenología. Folleto técnico No. 24. 3ª. edición. México. CEDEL-INIFAP. 39 p.
Wolstenholme, B.N. 1990. Climate. In: Texas pecan profitability handbook. TAES-The Texas A&M University System. P.I9-12.
Wolstenholme, B.N. and J.B. Storey. 1970. Fruit development gives producers management timetable. The Pecan Quarterly 4(4):15-19.
Wood, B.W. 2006. Nutrition management of pecan. En: 3er. Ciclo de conferencias internacionales de nogalero a nogalero del estado de Coahuila. México.
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