Dr. Socorro Héctor Tarango Rivero
Investigador del SPNECH
shtarango@gmail.com
1. Introducción
La fenología estudia el comportamiento de las plantas en un hábitat determinado, registra la fecha de ocurrencia y la magnitud de las fases fenológicas (con relación al clima). En los árboles frutales la respuesta fenológica se mide a nivel de variedad, cuya información indica el grado de adaptación, el cómo crece y cuándo desarrolla en cada región climática (Calderón 1985). El conocimiento de la fenología del nogal pecanero es básico para la planeación y ejecución de su manejo técnico (Salas 1986). De manera particular, el fruto del nogal pecanero exhibe dos etapas fenológicas claramente definidas: 1) crecimiento del fruto y desarrollo del endospermo líquido, y 2) llenado de la almendra y crecimiento del embrión (Wolstenholme y Storey 1970).
2. Crecimiento del fruto
En la variedad Western, después de la polinización y hasta mediados de mayo, el fruto no crece pues es cuando ocurre la fecundación del óvulo (Medina 1980). Con ligeras variaciones entre regiones y años, en la figura 1 se muestra que la nuecesilla comienza a crecer de manera lenta a finales de mayo, y de principios de junio a mediados de julio se presenta la etapa de crecimiento rápido. Es a finales de julio cuando ocurre el endurecimiento de la cáscara y a principios de agosto se da un incremento en el grosor del ruezno, pues es el tejido que participa en el llenado de la almendra (Tarango 1989). El tamaño final de la nuez depende de la variedad, condición fisiológica del árbol, manejo de la huerta y clima. Brotes vigorosos forman nueces de mayor tamaño, nogales con muchos frutos dan nueces más pequeñas (Brison 1976).
Riego. En buena medida el tamaño de la nuez está determinado por la provisión de agua en la época de su crecimiento rápido, durante junio y hasta mediados de julio (Sparks 1986). Cuando es por gravedad se riega el 1 de junio, el 25 de junio y el 15 de julio. Con riego presurizado un nogal con copa de 12 m de diámetro necesita 1,000 L en junio y 1,200 L en julio, de agua por día (Worthington y Stein 1990, Hernández 2003).
Fertilización. El crecimiento del fruto requiere nitrógeno, pero en cantidades conservadoras (Wood 2002). Tanto en riego por gravedad como en fertirrigación se sugiere aportar a mediados de junio el 10% de la dosis total de este nutrimento.
Plagas. Deben controlarse las poblaciones de áfidos, para evitar que su extracción de carbohidratos afecte el crecimiento del fruto (Tedders y Wood 1985).
Cubierta vegetal. Cuando el fruto crece rápido las hierbas deben mantenerse controladas, pues le compiten mucho a los nogales por la humedad de la capa arable del suelo. Conviene segar la hierba para favorecer a las características físicas del suelo y el aporte de materia orgánica (Apel y Hinrichs 1977).
3. Desarrollo del fruto
El fruto del nogal pecanero presenta fases de desarrollo bien definidas. Su época de ocurrencia difiere un tanto entre variedades, regiones y años, tal como se presenta en el cuadro 1. El estado acuoso (cuando el saco del endospermo contiene una solución de nutrimentos) coincide con el crecimiento rápido del fruto, durante junio y julio (foto 1). El endurecimiento de la cáscara comienza la última decena de julio, cuando se define el tamaño final de la nuez (semilla). En Western, de manera consistente el llenado de almendra comienza con el mes de agosto, en Wichita ocurre a finales de julio (foto 2); la plenitud de esta fase se presenta de mediados de agosto a mediados de septiembre (figura 2). El ruezno inicia su apertura de finales de septiembre a principios de octubre.
Riego. La formación del saco del endospermo, el crecimiento de la cáscara, el llenado de la almendra y la apertura del ruezno son fases críticas en cuanto a consumo de agua por el nogal (Sparks 1986). Una buena provisión de humedad durante agosto y la primera quincena de septiembre determina la calidad de la almendra, y regar hasta el inicio de apertura del ruezno uniformiza esta fase y disminuye el problema de ruezno pegado y nuez nacida (Stein et al. 1989). Cuando es por gravedad se riega el 1 y 20 de agosto y el 15 de septiembre. En riego presurizado un nogal con copa de 12 m de diámetro necesita 920 L en agosto y 750 L en septiembre, de agua por día (Worthington y Stein 1990, Hernández 2003).
Fertilización. Durante el llenado de almendra un nogal requiere un tercio del nitrógeno que recibe en la primavera (Wood 2002). Al fertilizar con nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) en agosto la almendra llena bien y no le compite a las hojas los nutrimentos, por lo que el árbol llega a la dormancia con suficientes reservas de éstos. Además de su aporte al suelo, en años de alta cosecha es conveniente asperjar NPK al follaje, el 1 de agosto y el 1 de septiembre: 100 L agua + 650 g urea convencional + 650 g nitrato de potasio + 650 g Triple-19.
Así, con adecuadas reservas de carbohidratos y NPK en la siguiente primavera el nogal estará en condiciones de formar las flores necesarias para una buena cosecha, lo cual reduce el grado de la alternancia (Sparks 1989; Wood 1991, 2002). Cuando se riega por gravedad se sugiere aportar a principios de agosto el 30% de la dosis de nitrógeno. Cuando se fertirriga se aplica un 15% de la dosis total de nitrógeno el 1 de agosto y otro 15% a mediados de dicho mes (figura 2).
Plagas. El crecimiento y desarrollo del fruto comprende una época amplia en tiempo, lo que favorece la concurrencia de varias plagas. Durante junio a septiembre aparecen los pulgones, los cuales de entrada se manejan con control biológico natural e inducido, enseguida se tratan con jabonaduras y nitrato de potasio, y al final con aficidas biorracionales (como los antialimentarios). En abril y mayo aparece el barrenador de la nuez y de junio a septiembre el barrenador del ruezno, que pueden manejarse con liberaciones de la avispita Trichogramma platneri (García y Tarango 2012) y/o con aplicaciones de reguladores del crecimiento de insectos.
En agosto y septiembre puede presentarse la chinche de patas laminadas y en septiembre y octubre la conchuela, cuya alimentación ocasiona el manchado de la almendra. Las prácticas de control incluyen el segado de la hierba alrededor y dentro de las huertas, y el anillado de las mismas con un plaguicida de amplia residualidad y baja toxicidad (Smith 1998).
Muestreo foliar. Se recomienda que el muestreo de foliolos para su análisis nutrimental se haga durante la primera semana de agosto, cuando comienza el llenado de la almedra y el árbol es sujeto a una alta demanda de nutrimentos (Stockton 1985).
3. Caída de fruto
De manera natural los nogales tiran flores y frutos durante todo el ciclo vegetativo. El grado de caída está influencido por la variedad, el manejo de los árboles y factores ambientales (Sparks 1992). La caída de frutos en desarrollo es diferente entre variedades y años, Western y Wichita son genotipos que muestran menor tendencia a este fenómeno –cuadro 2– (Tarango 1989).
Se consideran tres caídas en el ciclo vegetativo del nogal. La primera es de flores débiles y mal desarrolladas y de flores normales no polinizadas, y ocurre de mediados a fines de mayo. Para reducirla debe promoverse que los brotes fructíferos sean vigorosos y ubicar bien los árboles polinizadores. La segunda se presenta en junio y julio, incluye flores que no fueron fertilizadas y nuecesillas con insuficiencia nutrimental del embrión; es más intensa en árboles con estreses nutrimentales o de humedad y en aquellos con fuerte carga de frutos. La tercera se ubica en agosto, es causada por aborto del embrión y está asociada con el rápido incremento del peso seco de la almendra, lo que implica una competencia nutrimental entre frutos y entre éstos y las hojas del nogal (Sparks y Heath 1972, Sparks 1986).
Adicionalmente a la caída natural como proceso de raleo de frutos por el árbol, un manejo deficiente de la huerta, el daño por insectos o un estrés calórico durante el estado acuoso pueden incrementar el grado de caída de nueces (Medina 1980). Un manejo integrado de la nogalera limitará la caída de frutos a un porcentaje normal. Además, este raleo natural de frutos es conveniente para obtener nueces de buen tamaño y calidad de almendra (Brison 1976, Sparks 1986).
4. Literatura citada
Apel, G.W. and H.A. Hinrichs. 1977. Progress report in orchard floor management studies. Pecan South 4(6):250-251.
Brison, F.R. 1976. Cultivo del nogal pecanero. Conafrut. México. 350 p.
Calderón A., E. 1985. Fruticultura general. 3ª. ed. Limusa. México. 759 p.
García N., G. y S.H. Tarango R. 2011. Manejo de Trichogramma en huertas de nogal. Folleto técnico No. 39. México. CEDEL-INIFAP. 31 p.
Hernández C., J. 2002. Transferencia de tecnología de riegos y fertilización edáfica en huertas de nogal en producción manejadas con sistema de goteo y microaspersión. Informe de investigación. México. CEDEL-INIFAP.
Hernández C., J. 2003. Estimación de los requerimientos hídricos de nogales en desarrollo y producción en Jiménez, Chihuahua. Informe de investigación. Mexico. CEDEL-INIFAP.
Herrera, E. 1983. Growth and development of pecan nuts. Guide H-618. CES-New Mexico State University.
Medina, M.C. 1980. Fenología y manejo del cultivo del nogal. Seminarios técnicos Vol.5, Núm.11. México. CIAN-INIA. 35 p.
Salas F., A. 1986. Comportamiento fenológico de nueve cultivares de nogal en la zona sur del estado de Chihuahua. En: Día del nogalero 1986. Campo Experimental Delicias-INIFAP. México. P.9-18.
Smith, M.T. 1998. Low input management of stink bugs in pecan: combining the best conventional control methods and a new trap cropping approach for cost effective IPM. Southeast. Pecan Grow. Ass. 91:52-58.
Sparks, D. 1986. Pecan. In: Handbook of fruit set and development. CRC Press. P.323-337.
Sparks, D. 1989. Pecan nutrition. Twenty-third West. Pecan Conf. WIPGA-New Mexico State University. P.55-96.
Sparks, D. 1992. Pecan cultivars. The orchard’s foundation. Pecan Production Innovations. 443 p.
Sparks, D. and J.H. Heath. 1972. Pistillate flower and fruit drop of pecan as a function of time and shoot length. HortScience 7(4):402-403.
Stein, L.A.; G.R. McEachern and J.B. Storey. 1989. Summer and fall moisture stress and irrigation scheduling influence pecan growth and production. HortScience 24(4):607-611.
Stockton, A. 1985. Interpreting pecan tree nutritional levels through leaf analysis. In: Nineteenth West. Pecan Conf. Proc. CES-New Mexico State University. P.99-100.
Tarango R., S.H. 1989. Comportamiento del nogal en Ojinaga, Chihuahua, y algunos aspectos de manejo. Folleto para productores No. 3. México. CEAO-INIFAP. 20 p.
Tedders, W.L. and B.W. Wood. 1985. Estimate of the influence of feeding by Monelliopsis pecanis and Monellia caryella (Homoptera: Aphididae) on the fruit, foliage, carbohydrates reserves, and productivity of mature ‘Stuart’ pecans. J. Econ. Entomol. 78:642-646.
Wolstenholme, B.N. and J.B. Storey. 1970. Fruit development gives producers management timetable. The Pecan Quarterly 4(4):15-19.
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Wood, B.W. 2002. Late nitrogen fertilization in pecan orchards: a review. In: Thirty-sixth West. Pecan Conf. Proc. NMSU-WPGA. P.47-59.
Worthington, J.W. and L. Stein. 1990. Water management. In: Texas pecan profitability handbook. TAES-The Texas A&M University System. P.V9-21.